Mamá,
papá:
Mañana
será mi cumpleaños. Veintitrés años de estar aquí. Vaya que pasa el tiempo. Si
echo una mirada atrás, he vivido demasiadas cosas y desde hace unos años
ustedes han estado conmigo.
Lo
sé, todo mundo me lo ha dicho, ustedes mismos, desde que se enteraron que soy
homosexual, no les ha sido fácil. Créanme que tampoco para mí. No ha sido fácil
sentirme solo en muchas ocasiones, vivir rupturas del corazón y llegar a casa
ocultando el llanto o llorando bajito para no incomodarlos.
Me
duele el silencio que me dan y las evasiones al tema. Las murallas las ponen
ustedes.
No,
no ha sido fácil y de verdad quiero entenderlos, pero a veces me es complicado.
Lo sé: su educación es muy distinta, porque les inculcaron muchas barreras. Les
enseñaron que el amor sólo es entre hombres y mujeres.
Lo
sé, rompí con sus esquemas de tener una esposa, de visitarles los domingos con
los nietos. Lo sé, les dolió porque nadie los preparó para enfrentar una situación
no prevista en la que la religión, la gente, la familia, influyen en su miedo y
descontrol.
Todo
esto lo entiendo, pero no lo justifico. No justifico que ante lo desconocido
cierren los ojos y no busquen alternativas para crear nuevos lazos. Nadie les enseñó
a ser padres como nadie nos enseñó a ser hijos.
En
el camino aprendemos juntos. Los hijos aprendemos de los padres, pero los
padres también deben aprender con y por los hijos. Mamá, papá, aquí estoy,
todavía estoy y falta poco para emprender el vuelo. Soy yo. No he cambiado.
Sigo siendo intenso, el mismo que llora con las películas y los libros, ríe y
abraza, tiene metas y no se queda callado, el mismo que hizo dibujos en el
kinder y bailó en festivales de la primaria.
El
mismo que les dice que los quiere. El mismo que a nadie hace daño por amar o
acostarse con alguien de su mismo sexo. Sólo es amor y el amor no tiene sexo.
Muchas
veces lloré por sentir que perdemos tiempo que jamás volverá. Tiempo que
podríamos aprovechar en re-conocernos, en acercarnos y compartir sin caretas la
vida.
Por
fortuna he aprendido a vivir con su presencia y ausencia, he aprendido a hacer
otra familia con mis amig@s y compartir muchas cosas con ell@s. Cosas que me
gustaría que ustedes compartieran y que se están perdiendo.
Ojalá
tomaran en cuenta que el presente se va, y es que es tan fugaz que ni nos damos
cuenta, mañana quizá alguno de nosotros no esté y sabremos, demasiado tarde,
que nos equivocamos.
Me
queda la tranquilidad de reconocer que lo intenté muchas veces, que como esta
carta, les he escrito otras antes, les he acercado información, si ustedes no
la toman, yo no puedo hacer nada. El silencio y los bloqueos no son míos.
Yo
sigo, mi vida sigue y está bien. Pero podría estar genial si estuvieran
presentes y compartiendo este camino llamado vida. Compartiendo experiencias,
pláticas, momentos, sonrisas y llanto.
La
salida del closet con la familia no es fácil. Madres y padres viven procesos de
asimilación que no siempre son sencillos ni rápidos. Para nadie es cómodo vivir
una situación en la que se rompe con lo establecido y en la que por el
silencio, el miedo, y los absurdos no cuestionados, nadie hace nada y se
complican tanto las cosas. Tabúes que superan el amor que existe y que aleja a
las personas.
Los
entiendo, pero también pido que me entiendan a mi. Esto no es una guerra, no
hagamos trincheras ni bandos. Si se sienten heridos manéjenlo, no hieran a
otros. No hay victimas ni victimarios. Solo ignorancia, silencio y barreras.
Probablemente
todo está perdido por ahora entre nosotros, podría ser que en el futuro se
cambie el rumbo, lástima que sea tan inseguro y no se nos permita saber si
habrá futuro y tiempo. Aun hay amor por rescatar.
Fin.
Nota:
esta carta fue encontrada en internet y no tiene nombre de autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario