Recientes estudios señalan que el Virus de Papiloma Humano sí se cura totalmente y de manera espontánea sin dejar rastro de su presencia en el cuerpo humano, y que, para que devengue en cáncer deberán pasar muchos años sin el debido seguimiento médico. A esto se le suma otra buena nueva: la pronta llegada al país de la vacuna que frena la incidencia de nuevos contagios. Betzy Barragán
“Según el último reporte del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, Estados Unidos —CDC por sus siglas en inglés— 70 por ciento de las infecciones recientes del Virus de Papiloma Humano, VPH, desaparecen solas en los primeros 12 meses luego del contagio. Y 91 por ciento han desaparecido en un promedio de dos años. La duración media de las infecciones recién adquiridas es de ocho meses. Esta información derrumba el primer mito en torno a esta patología: que el VPH era una infección para toda la vida. Pues no, el VPH sí se cura. Y se cura solo, en la gran mayoría de los casos, sin dejar aquello que algunos refieren como VPH en estado latente”. Así lo aclara enfáticamente Ricardo Gómez Betancourt, ginecoobstetra especialista en este tema. Explica, además, que aún son muchas las personas, incluso médicos, que creen que este virus no se cura, que una vez que se contrae queda alojado para siempre en el organismo. Y al parecer esto no es así. Lo que sucede, según Ricardo Gómez, es que durante la vida sexual activa, tanto del hombre como de la mujer, se pueden sufrir un sinnúmero de contagios, y hasta se puede estar infectado de varios tipos de VPH a la vez. A lo largo del tiempo, sobre todo con los cambios de parejas, se pueden adquirir nuevos virus y “curarse los viejos” progresivamente, de modo que en el tiempo y según las citologías, la paciente pareciera tener VPH desde hace muchísimos años cuando la realidad es que se ha ido curando pero a la vez re infectando. “Cada nueva pareja sexual aumenta diez veces el riesgo de tener una infección”, asevera Gómez. “El VPH desaparece cuando la pareja se hace mutuamente monógama”.
Por otro lado, se tiene que derrumbar otra creencia, y es la referida al cáncer. “Hay que empezar por decir que existen más de 100 tipos de VPH (40 de ellos descritos como agentes infecciosos de los genitales humanos) y sólo un grupo de éstos son los que podrían devenir en una neoplasia —sostiene Gómez. Los serotipos 16, 18, 31 y 45 son a los que se les asocia una mayor capacidad oncogénica, y sin embargo, sólo una minoría de las mujeres infectadas por estos VPH oncogénicos presentará cáncer de cuello uterino. El solo hecho de tener VPH no es razón suficiente para que en un futuro se sufra de cáncer en el cuello del útero. Para que esto suceda, en primer lugar, la paciente debe presentar infecciones persistentes con alguno de estos serotipos y, además, haberse descuidado, desde el punto de vista ginecológico, durante mucho tiempo: de dos a 20 años de negligencia ginecológica, sea cual fuere su causa. Yo califico a este virus como tonto, sí, porque avisa con suficiente antelación y da espacio para realizar todas las acciones pertinentes que eviten un desenlace indeseado (compárese el efecto de este virus con el virus del VIH o el de la viruela). Algunas fuentes sugieren que una o dos de cada 100 mujeres con infección persistente por VPH, en diez a 20 años, habrá manifestado un cáncer. Si fuese más agresivo, serían muchas más las muertes que este virus causaría. Desgraciadamente, en nuestro país el VPH, aun cuando tonto, inaceptablemente, ocasiona un alto número de casos y muertes por cáncer de cuello uterino”.
El Diagnóstico
La principal herramienta con la que cuentan los médicos para determinar si existe infección por el Virus de Papiloma Humano en grandes poblaciones es el papanicolaou, también denominado Pap o citología. Este tipo de estudio sólo detecta 60 por ciento de los cambios celulares de la cavidad vaginal, pero hecha con regularidad dicho porcentaje aumenta. Si no aparece nada en el primer resultado, de haber una infección, es muy probable que en la segunda prueba sí se refleje”.
Otro método de despistaje con cierto poder diagnóstico es la colposcopia, a la que se recurre luego de haber obtenido indicios de infección o cambios celulares en el Pap. Se trata de la magnificación del cuello del útero a través de un microscopio para evaluar los cambios del tejido y poder hacer una biopsia dirigida que permitirá establecer con exactitud las alteraciones histopatológicas asociadas a la infección por el virus.
Y si se requiere saber con precisión el tipo de virus que se ha contraído, los especialistas recurren al examen del PCR del ADN viral, y de esta manera establecen si la persona se encuentra en el grupo de bajo o alto riesgo.
Fuentes consultadas
Ricardo Gómez Betancourt. Ginecoobstetra.
Centro Médico de Caracas. Edificio Centro Uno,
San Bernardino, Caracas, Venezuela.
Telfs.: 0212-552.68.88
www.maternofetal.net
www.elmundosalud.es
www.insp.mx
Referencia electrónica:
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