En realidad en erección,
prácticamente no hay diferencia entre un pene al que se le ha practicado una
circuncisión y al que no. Ya que cuando un hombre no circunciso tiene una
erección, la piel del prepucio se recorre hacia atrás y libera todo el tronco del
pene y obvio, el glande. Como si se arremangara. El asunto comienza cuando un
pene no puede liberarse. Es decir, la manga del prepucio es muy estrecha y no
cabe el glande. Puede suceder por inflamación o bien, por morfología natural. Y
muchos de esos hombres se quejan porque sienten dolor. Pues es como si el
glande trajera cara de ‘Sáquenme de aquí’. Se le llama fimosis, sucede de
manera medianamente frecuente, pero por desgracia muchos hombres viven con esa
condición sin consultar a un especialista. Porque claro, como siempre, todo
asunto relacionado con genitales (sobre todo si tienen qué ser vistos por
razones médicas) causa vergüenza y creencias limitantes terribles. Cuando para muchos que viven fimosis es
imposible higienizar (y surgen problemas de intenso mal olor porque los restos
o escurrimientos de orina y esmegma -el sebo natural que recubre al pene- no
pueden lavarse) y en ocasiones orinar o tener una erección genera una sensación
de tirantez o hasta de franco dolor. Imaginen la conexión emocional que dichos
hombres tiene con su pene.
Casi siempre se arregla con
un ligero corte. Hoy en día ciertas instancias consideran la circuncisión como
mutilación genital por lo que algunos pediatras ya no lo recomiendan a los
padres del recién nacido. Alguno sólo quitar un pedacito, el que cubre el
glande (media circuncisión). Pero cuando, ya sea desde la infancia hasta la
adultez se reportan molestias es necesaria la intervención quirúrgica. Será
algo incómoda por dos o tres días, sobre todo cuando ya no se es un bebé,
porque hay mayor movimiento físico pero puede cambiar absolutamente
perspectivas y modo de vivir.
Por otro lado, diversos
estudios han revelado que el ser no circunciso promueve una menor propensión a
infecciones de transmisión sexual. Porque las células del prepucio suelen ser
(en su parte interna, pegada al pene) mucosas y por lo tanto más proclives a
‘pescar’ un virus. O sea, explico, por ejemplo, la vagina tiene una mayor
potencial que el pene de penetración de un virus, porque no tiene piel, es
tejido. El pene, al estar recubierto por piel, tiene esta especie de protección
natural. Ahora, el prepucio tiene dos caras. La que vemos, o sea la que es piel y la que no vemos (su cara anterior) o
digamos, el forro de esa manga que cubre al pene. Ese forro, es tejido y por
ello tiene un mayor potencial. De hecho en algunos países en África (donde
tener VIH es casi tan frecuente como tener gripe en otros países), se fomentó a
inicios de 2005 una campaña de circuncisión porque se encontró que disminuía la
tasa de infección en la población. Pero que quede claro queridos circuncisos-
el no tener el prepucio no los salva si tienen sexo inserto o no, con una
persona infectada.
El asunto de la estética es
punto y aparte. Hay enorme discusión al
respecto. Lo rosa, lo banal realmente siempre se criticará. Que si es más
‘bonito’ o no, es estupidez. Lo importante es lo funcional. Otros asuntos
relacionan a la circuncisión con la pérdida de cierta sensibilidad. Nuevamente,
no hay nada comprobado. Y la concentración mayor de terminales nerviosas se
ubica en el glande; y por otro lado para
el caso de erección, el prepucio se retracta. O sea no recibe prácticamente
estímulo. Tampoco se ingurgita, o sea no colabora en el proceso de erección. Ya
los estudiosos del tema quizás lo develen en algunos años. Los asuntos de
religión o tradición también son puntos aparte y obvio respetables porque hasta
cierto punto no afectan la vida del circunciso a diferencia de la circuncisión
femenina que prevalece y que desgarra, sin la menor asepsia a millones de
mujeres. Cortan labios menores y clítoris con el fin de que no sientan placer,
como parte de un rito y una costumbre donde incluso pueden coser el vestíbulo
vaginal para impedir que sea penetrada hasta que se case o se venda al mejor
postor. Eso sí es tema de terribles debates pero se sigue practicando. Aunque
se le llama circuncisión, es mutilación porque si se equiparara con los
hombres, resultaría en una amputación del glande y un tercio del tronco.
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